martes, 26 de abril de 2011

EXTRAÑa resAca (de LUZ)

Saber echar de menos. Sobrellevar la ausencia. Descargar el peso que a veces soportamos y abandonarnos. Amar. Temer. Más cuanto más amamos. Desubicarnos por lo que no esperamos. Llorar. De alegría, de soledad. De no saber (dudar), de dudar. Por hacer, por no hacer. De las palabras, del silencio.
Esperarnos. Encontrarnos.
Abrazarnos. Sonreírnos.
Reconocernos. Aceptarnos.
Aprender a transformar lo ordinario en extraordinario. Lo extraño en conocido. Lo ajeno en propio, si queremos que lo sea. Lo hirsuto en delicado. Mantenernos erguidos pese a los vaivenes. Pedir ayuda, si es necesario. Buscar lo que florece incluso en terrenos yermos. Enamorarse de la belleza. Hacerse amigo de la humildad. Compartir lo sencillo. Encontrar la inspiración en la alegría. Descubrir la debilidad en la agresión. No rendirse, pero saber cuando acaba la lucha y llega la retirada. Vivir despiertos. No dejar de mirar al mundo, con curiosidad. Ni al horizonte, con calma. Perdernos en él durante las mañanas y las tardes, detenernos a mirarlo, a conciencia, convencidos de que está ahí aunque a veces no lo veamos, el que habíamos imaginado o posiblemente otro u otros distintos (que también serán horizontes y nos soprenderán, sobre todo, porque existen). Retenerlo/s. Adaptarnos a los ritmos de la naturaleza, a su fluir natural y constante, como el agua que corre por las rocas procedentes del deshielo de las montañas, o el hilo continuo que cae de una fuente. No desesperar con nuestra impaciencia. Sabernos fuertes y no olvidar que lo esencial perdura en nosotros (aunque las nubes lo hagan invisible cuando más creamos necesitarlo). No dejar que nos abandone la dulzura. Ni nunca la confianza. Confiar. Saber echar de menos. Sobrellevar la ausencia, y sumergirnos en el ritmo natural de las cosas...