...Recuerdo cuando tus primos eran pequeños.
Necesitaba pasar noches con ellos, o ratos largos, o días enteros, o mejor uno
tras otro, para ir conociendo sus miradas, su forma de reaccionar, las cosas
que les gustaban, las que les hacían sonreír, su forma de dormir, las primeras
sílabas que repetían sin parar, el significado de sus silencios, o simplemente
cómo se encontraban más a gusto. No sé si fue así o no, pero ahora recuerdo que
pensaba en ellos, y venían a mi cabeza con una identidad propia y diferenciada,
aunque en continuo cambio. Además, por supuesto, de con mi sentimiento hacia
ellos incorporado. Identidad y sentimiento juntos en uno. Indisolublemente
unidos. Creando un vínculo más grande, más fuerte, conmovedor incluso, por su
intensidad. Desconocido hasta entonces y
reconocido desde ese instante, como indestructible y permanente. Eso es lo que
busco en ti, Leo, sin quererlo, a través de los videos que me envía tu madre. A
ti. Intento captarte, aprehenderte, saber cómo eres y retener ese tú distinto y
diferenciado con el que nacemos todos y que vamos dejando ver los primeros
meses y años de vida. No me basta con las fotos … En el sitio al que voy a
rehabilitación me miran cuando salgo de las salitas donde están cada uno de los
aparatos por los que paso, porque repito y repito, cansando quizás, pero sin
cansarme seguro, cada video de dieciséis segundos que tengo de ti. Me miran porque
oyen tus carcajadas, y las mías. Eres el primer bebé que conozco que ríe a
carcajadas. Con la boca y con los ojos. Ríes con los ojos. Hasta con tu movimiento
alegre de piernas y brazos. Con todo. Tienes las manos grandes y gorditas como
tu primo, idénticas. Ya abrazas, me han contado ellos…Y yo, a ratitos, a fotos,
a pequeños videos, a poquitos –como todos los "quereres" de verdad-, ya te voy dibujando y
conociendo…Aunque, he de confesarte que el otro día creo que te encontré de
golpe. Vi unos ojitos negros, brillantes, despiertos, llenos de vida y de luz. Una
boca entreabierta que derramaba risas, y por la que nos enseñabas, travieso e
inquieto, tu pequeña lengua. Un pelo cada vez más negro, alborotado y juguetón.
Vi también, esa sutil línea que separa tus ojos de los pómulos y que te hace
tan bonito. Pero, sobre todo, vi en tu cara, esa extraña –por lo inusual- y
maravillosa combinación de alegría y dulzura. Juntas. Alegría y dulzura, que ya no se me van de la cabeza...Ni de nada...
jueves, 11 de julio de 2013
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