martes, 22 de noviembre de 2011

Cambios

Me cansé. Rebosó el vaso. Tanto, que me quedé sin agua. Me sequé. Y luego perduré en la sequía (porque no quise volver a mojarme ni los dedos, o lo necesitaría, o no podría, pero no quise). Me endurecí. Me endurecí por dentro, y paradójicamente me debilité más por fuera. Me blindé. Me acoracé. Y me refugié en la seguridad de mi hogar. Estuve sola. Sola, durante mucho tiempo. Como quería. Me acostumbré a la soledad y a su placidez. Disfruté de ella. Dejé de tenerle miedo. Todo. Ya no consigo recordar cuándo ni cuánto le temía. Me enganché.
...Pero ahora algo está cambiando (o quiero que cambie). Empiezo a echar de menos a las personas y al ruido que tanto me agotaron en su día. Reconstruida, y distinta -aunque reconociéndome-, quizás sea el momento de volver a pisar el ruedo...