jueves, 8 de abril de 2010

Post libre: escrito sin procesar

Nunca entendí muy bien la combinación de “madurez” intelectual con “inmadurez” emocional” (tampoco sé si es eso, yo tengo mis recelos con la palabra “madurez”. Pero desde luego es una disfunción entre lo intelectual y lo emocional, eso sí).
…Presentación perfecta, utilizando los datos adecuados, ni más ni menos, los justos, cuando debía. Derivación de un tema a otro en el orden en el que van viniendo de la mano, de forma natural, sin desviarse, sin detenerse demasiado. Profundidad en el análisis junto con asombrosa claridad expositiva. Coherencia. Coherencia impoluta y explicitación de las dudas razonadas, a la par que de las limitaciones del análisis….Es que ni un ápice. No hubiera cambiado ni un ápice de la presentación (como en un “poema” que cuando lo “dejas” es porque todo o, más bien, cualquier cambio, lo empeora, porque has llegado casi a lo mejor de lo posible…pues igual, pero en presentación, en una clase de un tema bastante arduo que no viene al caso). Una presentación impecable.
…Sin embargo, sólo sus ojos dicharacheros parecen esconder vida, y quizás, por un instante, que digo, por un “nanosegundo”, que ni siquiera sé si es real, querer decir algo, cuando acaba la presentación. Aunque ni tan siquiera sé si esos ojos tienen un “ver” dicharachero, o lo veo yo, porque un día lo vi. Todo lo demás es corrección “emocional”, distancia y amabilidad. Amabilidad con más distancia. ¿Os habéis dado cuenta de lo absolutamente fría que puede resultar en ocasiones la “amabilidad”? Puede ser tan opaca, tan impostada, tan incoherente, tan contradictoria, tan fuera de contexto –por estar excesivamente en él-, tan superficial, tan buen escondite o tan fiel reflejo de lo que se es (hay que aceptar esa disfunción, me repito, hay que aceptarla), tan correcta. Tan condenadamente correcta…
¿Nunca habéis cogido una sandia en verano, en una huerta, y la habéis partido por la mitad con las manos –porque están tiernas en esta época-, os habéis sentado en el suelo y habéis metido “literalmente” la cabeza en cada mitad para morderla mejor, sorber su jugo y saciar vuestra sed, mientras relamíais el que chorreaba por la comisura de los labios? Incorrección, eso es. Bendita incorrección a veces, porque nos arranca lo que llevamos dentro, porque nos hace sentir (como cuando éramos niños, sin corazas), pero con consciencia (como cuando somos un poco más mayores). Quizás sea esa la verdadera disfunción, la incapacidad para gestionar nuestras emociones, para sacarlas fuera sin drama, y “sobrecompensamos” en otras facetas de nuestra vida (como la intelectual). Quizás sea eso…pero el caso es que a mí siempre me llamó la atención la mezcla de lucidez intelectual con ofuscación emocional…