domingo, 20 de diciembre de 2009

Argentina (II)


La gente es tremendamente lista y despierta en aquellas latitudes –siempre lo percibí así, allí más-, amable, acostumbrada a vivir en una situación de crisis que siempre acecha, pero sabedora de que en el caos también funcionan las cosas (a su manera, pero funcionan. Son esas inercias inexplicables). Porteños orgullosos de su ciudad y de su río de la Plata, que procediendo en una buena parte de mezcla de identidades supieron crear una propia, distinta, original, la suya (basta pasearse por el barrio de la Boca, o captar algo del talento de Astor Piazzola para darse cuenta). Fieles a sus ídolos, o a aquellos con los que se identificaron alguna vez, añoran en todos los políticos al gran Perón, y escuchan a Sabina, en todas las calles, en todas las plazas, en cualquier esquina. En el boulevard de los anhelos que se viven, porque uno se empeña y la suerte le acompaña, en el Viejo Almacén de San Telmo, un violín y un bandoneón melancólico, me trajeron un último recuerdo: mi primer paseo por las calles de la ciudad más austral -Ushuaia-, con la mochila al hombro, y aquella mañana de fines de primavera, de viento, frío y sol, en la que, rodeada de bosques de lengas y niros, y de los Andes nevados en su parte más alta, observaba con cara de satisfacción y asombro el canal Beagle y la bahía de Lapataia de Tierra del Fuego… Otro horizonte...

sábado, 19 de diciembre de 2009

Argentina (I)


Uno va recorriendo caminos y en algunos encuentra horizontes. He visto tantos allí, que espero creer en su existencia cuando no los vea, y saber cambiar de camino para poder encontrarlos, si los momentos de ceguera perduran en el tiempo. Nunca los atardeceres fueron tan largos y bellos, ni los amaneceres tan vivaces. En la lentitud de los primeros fui consciente de mis mayores debilidades. Pero ese tránsito más largo de lo que estoy acostumbrada, y así, más tiempo más bello, me permitió aceptarlas un poquito más, sin que mi mente pasara a otra cosa porque había llegado la noche (como una tarde en Calafate, sentada junto a una cristalera, tomando un chocolate caliente, y mirando al azul indescriptible del lago Argentino). La intensidad y rapidez de los segundos, la de los amaneceres, al principio me molestaban sobremanera, y claro, me resistía…, pero fui dejándome llevar, poco a poco, y sin darme cuenta terminaron fascinándome. De Norte a Sur del país, la naturaleza me sobrecogía. A veces, me achicaba los ojos, por mucho que yo quisiera agrandarlos, y me doblegaba. Otras, sin embargo -porque yo no me daba por vencida- le plantaba cara a su hermosura, y desafiante, cogiendo todo el aire -o agua- que cabía en mis pulmones, me quedaba embobada, mirándola (los impresionantes saltos de agua del río Iguazú entre Argentina y Brasil desde arriba, las bocanadas de agua espumosa que en algunos momentos se me antojó que estaban mezclados con chorros de miel que se derretían al llegar a la parte calma –era el color de las piedras y de la tierra que arrastraba el enorme caudal de agua-; la estepa patagónica, árida, casi “la nada” a través de kilómetros y kilómetros, donde se mezclaban el marrón grisáceo de la tierra, el azul “lechoso” del lago Argentino, el verde pálido de esta parte de las montañas con restos de nieve del invierno, y el azul del cielo; los recorridos entre glaciares e icebergs donde el verde de las montañas, contrastaba con otro azul, el de la luz que se reflejaba en la nieve acumulada que “chorreaba de esas montañas”, o el de los trozos de hielo que se desprendían con su movimiento; el glaciar Perito Moreno con su potente pared asimétrica, azulada, fuerte, imbatible, sorprendente, allí, tras la curva de los suspiros, dejándose ver…).



viernes, 27 de noviembre de 2009

Paréntesis

...Del otoño a la primavera austral...

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Confianza

No pararse mucho en nada. Ir rápido. Cambiar de una cosa a otra. Pensar lo justo. No, ni siquiera, pensar para actuar, para seguir, no pensar “per se”. Eso para mí no es, pero está siendo. Sólo retener instantes, no momentos, y con una consciencia adormecida, eso sí, inevitablemente adormecida, porque el fondo araña, empuja, se entrevé, y a veces sale. Vivir con la certeza del contraste, de que la tristeza y la alegría conviven tan cerca, que incluso nos sentimos extraños por participar casi simultáneamente de ambas. Pero es en esta esquizofrenia en la que pasamos la vida, y donde hay que aprender a sostenerse. Cuanto más amas, más temes, lo sé. Pero amo, y a las personas que les duele hoy, tanto, que temo, también tanto. Sólo retener instantes, no momentos…pero ahora, antes de dormir, hacer los instantes que quiero retener más largos, para que sean ellos los que velen el sueño y lo mezan: agua que se cuela por las rendijas de los adoquines del patio central del Reyes Católicos en Santiago, y que yo veo desde dentro, recostada, mirando por las enormes cristaleras… una voz cubana, rasgada, que siente el flamenco y lo canta, y lo baila, y lo gime, de forma desgarrada y luego bajito, casi en silencio, susurrándolo, y lo escucho…pero, sobre todo, tu risa, tus ojos ilusionados, tu atención, y yo contigo viéndolo y escuchándolo, en ese palco donde me di cuenta de que no las habías perdido, porque pude saborear de nuevo, tus ganas.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Con este otoño otro comienzo

¿Cuánto aguanta un corazón sin el latido de creer...?
El mío ya ha aguantado demasiado.

lunes, 5 de octubre de 2009

De la vida material y sus cosas concretas

… Hoy pensaba contaros lo que me gusta Campanella y sus películas (como guionista y como director. La inteligencia de sus diálogos, su sutileza, su ironía; la contundencia de sus personajes – porque los crea así, y porque se queda con los actores que sabe debe quedarse-; las miradas de soslayo en las que nos invita a detenernos; la sensibilidad y belleza de sus primeros planos al reflejar el paso del tiempo; los secretos que esconden los ojos de los otros si conseguimos ver más allá del cristalino…).

… También pensaba que debía dedicar un espacio de este blog a Nancy Huston por algunas palabras suyas que leí este sábado en El País, y me dieron que pensar (además es esposa de Todorov): “....los niños te meten en el corazón de las cosas. Y la novela nace del corazón, no de la cabeza, porque habla de la vida material, de cosas muy concretas. Y al contrario, la vida intelectual es la catástrofe de la literatura. Ésa es una de las razones de que no me interese mucho la literatura francesa contemporánea...Piensan demasiado. Son agotadores. Se han convertido en gente muy inteligente. Y la inteligencia es catastrófica para la literatura. Hacen falta también tonterías. Hay que ser un poco tonto…” .

…Pero, sólo puedo dejaros esta canción, que canturreo desde que me levanté, y compartirla con quien me la dedicó hace un año por algunas miradas de soslayo que siempre han significado más, por algunos gestos, por algunas sonrisas...porque hoy no puedo sino centrarme en la vida material, diaria, de cosas muy concretas, de las que nacen del corazón.


Tráeme canciones
que me lleven siempre lejos,
como un tren que me salvara
de las mismas estaciones,
de las trampas del espejo.
Dame tu palabra
que perfuma mi silencio,
y que tu aroma me brinde
esa llave que me abra
la aventura que presiento.
Dame tu canción
que dice "sueña",
que me transporta
y me enseña
y me alcanza el paraíso.
Canta donde juras protegerme,
di que tú vas a quererme
como nadie más me quiso.
Tráeme canciones
contra este tiempo de espinas,
tus labios que no se muerden,
como pájaros rebeldes,
como flores clandestinas.
Dímelo cantando,
dame amor y dime cuándo,
dame paz y dame sombra,
tu pecho sabe de sobra
cómo te estoy deseando.
Canta tu canción
que dice "vente" por las arenas calientes
de tu boca prometida.
Cuéntame tu amor hasta mentirme,
di que tú vas a sentirme
como nadie en esta vida.
Canta tu canción
que dice "sueña",
que me transporta
y me enseña
y me alcanza el paraíso.
Canta donde juras protegerme,
di que tú vas a quererme
como nadie más me quiso.

("Traéme canciones", de Javier Ruibal)

martes, 22 de septiembre de 2009

Pausa-Movimiento

...Mi rubio cree despertarme con un beso mientras me empuja despacito, con ojos y sonrisa invictos, para que le haga un lado en mi cama antes de levantarnos…Yo ya llevo un rato despierta…
…Oigo que “aprender a estar en pareja” es como “aprender a bailar un tango” (el camino, el abrazo, la cadencia, y sobre todo, los movimientos conjuntos)…sobrellevo tu incertidumbre, tu indecisión, porque sé que no es posible otro estado, e intento “sostener” mi impaciencia por tu incertidumbre, como puedo, sabiendo que sólo la calma nos hará bien…Veo triunfos extraordinarios de personas luchadoras y no puedo dejar de pensar en cómo soportaron su día a día, aunque supongo que no lo soportaron, lo vivieron, con sus más y sus menos, pero lo vivieron …A veces se me antoja que el relativismo que he aprendido y aprendo a desarrollar con los años, en su vertiente negativa, está afectando a mi lucidez y me hace más difícil ver el camino por donde seguir o los giros que posiblemente sean necesarios. ¿Hemos perdido ambición para lo que nunca debimos haberlo hecho?...Releo aquello de que hay que seguir buscando…hasta que la vida se haga bella…hasta que la vida se haga bella y surja lo inesperado…

martes, 8 de septiembre de 2009

De vuelta

Es pasado. Todo lo que vivo estos días lo es. Casi todo mi presente parece estar impregnado de pasado. Las situaciones son radicalmente distintas, pero las personas de numerosas de esas situaciones, no. Ya estuvieron. En mí. Y, siguen ahí, pero fuera, en mí ya no, claro, por eso son pasado, no presente. Notar (no puedo decir “sentir”, es una palabra con demasiada carga emocional) mi “indiferencia” es extraño, es raro, pero es real. Quizás dentro de un tiempo ya no lo sea, no ha sido la tónica de mi vida. A veces me siento (ahora sí) como “plana”, sin vaivenes que me hagan tocar el cielo o esconderme tras las nubes; ajena a los “ruidos”, a todos, a los susurros y a las voces; al margen, paseando de puntillas… Sin embargo también, como "ligera", ágil, caminando con la mochila más vacia, con un equipaje mucho más liviano...

martes, 28 de julio de 2009

Ratos de lectura

“…No sé qué me pasa con esta ciudad, dijo Hans devolviéndole el cuenco de arroz al organillero, es como si no me dejara irme…Imagínese, ayer el señor Zeit ni siquiera me preguntó cuándo me iba…Me pareció terrible. Odio saber el futuro. Casi no he podido dormir pensando en eso, ¿cuántos días llevo aquí?, al principio llevaba la cuenta exacta, pero ahora no podría asegurarlo (¿y por qué te preocupas?, dijo el organillero, ¿qué tiene de malo quedarse?), no sé, supongo que me asusta seguir viendo a Sophie y después tener que irme, eso sería peor, ahora todavía estoy a tiempo, quizá debería seguir viaje (pero un amor es eso, ¿no?, dijo el viejo, un amor es ser feliz quedándose), no estoy seguro, organillero, yo siempre he creído que el amor es puro movimiento, una especie de viaje (y si el amor ya es un viaje, razonó el viejo, ¿para qué necesitarías irte?), buena pregunta, bueno, por ejemplo para volver, para estar convencido de dónde quería estar, ¿cómo vas a saber si estás en el lugar indicado si nunca te has ido? (yo sé que amo Wandernburgo por eso, contestó el organillero, porque no quiero irme), sí, sí, ¿pero y las personas?, ¿con las personas es lo mismo?, para mí no hay mayor alegría que volver a ver a un amigo que no veía hace tiempo, quiero decir, uno también regresa a los lugares porque los ama, ¿no?, y un amor puede ser como volver de viaje (yo, como soy más viejo, pienso que el amor, el amor a los lugares, las personas o las cosas, tiene que ver con la armonía, y para mí la armonía es descansar, observar lo que tengo alrededor, estar contento estando donde estoy, en fin, por eso toco siempre en la plaza del Mercado, no puedo imaginarme otro lugar mejor), las cosas y los lugares están quietos, pero las personas cambian, uno cambia (querido Hans, los lugares también cambian todo el tiempo, ¿te has fijado en las ramas?, ¿te has fijado en el río?), nadie se fija en esas cosas, organillero, todo el mundo camina sin mirar, se acostumbran, se acostumbran a su casa, a su trabajo, a sus seres queridos, y al final se convencen de que esa es su vida, de que no puede ser otra, es pura costumbre (cierto, aunque el amor también es una costumbre, ¿no?, querer a alguien sería, no sé, como habitar en esa persona)…” ("El viajero del siglo" de Andrés Neuman, 2009, p. 68)

lunes, 13 de julio de 2009

ATL. French toasts (III)


...Parados en un semáforo, pensativos, medio en silencio, de vuelta al hotel después del brunch en Decatur para coger el avión, nos llamó la atención una chica que cruzaba la calle justo delante de nosotros balanceando las bolsas que llevaba en las manos. Parecía contenta. Con la mirada perdida. Quizás sonreía para sus adentros. Creo que sonreímos nosotros igual…

…Desperté con Monet una semana antes. Los Water Lilies del High Museum me parecieron perfectos. Llovía fuera, pese al calor, y llovía dentro. Un arcoiris de violetas, rosas, verdes tamizados y azules aguados, iban y venían a nuestra retina a medida que nos aproximábamos o alejábamos de la pared donde estaban los lirios pintados, como la lluvia intermitente a veces resuena en nuestros oídos. Misrach me conmovió: tuve la sensación de que la inmensidad del mar y sus diferentes texturas, plasmadas a la perfección en sus fotografías, ensalzaban y acogían, por igual, nuestras vulnerabilidades. Me sentí pequeña, pero humana, y esto me hizo empezar a rodar. Caminamos por Midtown, entre rascacielos, iglesias de las más variadas confesiones, y casas de paredes tableadas de madera con porche sureño y jardín abierto al exterior en la parte delantera. El aire olía a tierra mojada y las conversaciones comenzaban a adherirse a él. Mezclamos sabores, y más colores, y más texturas, y esta vez fue la boca la que se hizo agua en el vietnamita "Nam". La armónica de blues del "Virginia Highlands" me transportó a un momento y a un tiempo distinto, y oí el latido de este “folk”, como a menudo oigo el de otro, también en el Sur, pero en otro (más árido, más seco, más al Sur). Aprendí casi todos los días de lo que nos contaban. Disfruté incluso de las bromas que no llegaba a entender con exactitud, pero que intuía. Y aprender me produjo alegría. El ático del Hotel Glen, de noche, me enseñó otra Atlanta, y me recordó que las cosas no se ven igual con perspectiva. Que la perspectiva siempre nos desvela cosas nuevas y casi siempre también mejores. Y que no es necesario subir tan alto ni irse tan lejos, sólo querer subir y querer irse…Y nos fuimos, nos fuimos a ese lugar plácido entre árboles gigantes, con nuevo y reluciente suelo de bambú y chimenea, donde el cariño resulta ya reconocible, para continuar a la mañana siguiente tomando un brunch, con "french toasts", en el sitio de las flores en la paredes, en Decatur. Con “french toasts”…

miércoles, 17 de junio de 2009

De contradicciones

Con el tiempo, si es necesario, uno aprende a desenvolverse, con más o menos destreza, en ambientes “foráneos”, de “fuera de nosotros mismos”. Al principio nos parece imposible. Es como si no nos reconociéramos en determinadas circunstancias. Nos cuesta pensar que somos otros, que somos también otros, o que una parte distinta a la que nos es habitual de nosotros y de nuestro ser, puede emerger de las aguas subterráneas, cuando las circunstancias lo requieren. Pero, llega un día, en que nos sorprendemos con “la naturalidad” de la impostura –aunque parezca contradictorio en sí mismo, o lo sea, sin más-. Con el tiempo, a veces creo que algunos hemos aprendido “un dejarnos llevar sin pensar pero consciente, para sobrellevar y sobrellevarnos mejor -aunque también haya cierta contradicción aquí-. Intentamos separar lo profesional de lo personal, lo colectivo de lo individual, las relaciones institucionales de las más próximas, las que nos importan de las que no. Movernos en registros que entran en conflicto en numerosas ocasiones, regateando matices a una coherencia casi imposible. Ahondar (en) y bandearnos (entre) los matices, con los grises, con toda su gama, su cada vez más inmensa gama de formas y texturas… Sin embargo, con el tiempo, también sueño con un reducto, posible y más grande, de mundos de “adentro”, que rezume autenticidad, y donde se dejen ver los vericuetos del alma.

domingo, 7 de junio de 2009

Entre libros...

Están llenos de historias. Y cuando entras, las ves todas, juntas, de un golpe de vista, con apariencias y colores más o menos atrayentes, que hacen que titubees hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia el frente, sin saber a donde dirigirte para empezar a abrir tapas, a hojear páginas, a leer líneas que te desmenucen intuiciones de colores o apariencias, de palabras, de autores…Desde que recuerdo, cuando entro en una librería o una biblioteca, tengo la sensación de experimentar la misma inquietud que un niño cuando le muestran muchos sabores de helado, o lo llevan a una juguetería para que escoja uno de entre muchos. Son tantas las posibilidades. Puedes adentrarte en tantos mundos, en tantas formas de ver esos mundos, que me vuelvo primero “ojiplática” y luego, me atraganto, por ese orden. No digamos en la feria del libro…
Sin embargo, este año fue distinto. El otro día paseando entre los stands iba por el centro, y sólo me paré en unos cuantos, en los que tú me sugerías que lo hiciera para preguntar algunos precios, y, tuve la sensación de que los libros venían a mí -a través de ti-, no yo a ellos. Fue algo así como si me encontraran. Y me gustó. Quizás algo está cambiando, o quizás ha cambiado ya.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Las esquinas de la primavera...

Desde muy niña aprendí contigo que en el amor la estrategia que quería era la que fuera consecuencia de la táctica que tú escribías en tus versos: mirarse, aprehender del otro, hablarse, escucharse, aceptarse, quererse. Que el buen amor, el de a poquitos, el de los detalles, el de las miradas sutiles, el de las sonrisas que miran al cielo despejado que quisiéramos mañana, el del día a día, el que tú dedicaste a Luz en “Canciones del que no canta” -cuando su ausencia pasó a ser también física- no es contrario al grande. Es el más grande. Contigo entendí que la espera es necesaria, pero que debemos ser dueños de nuestro propio tiempo mientras podamos, porque un día ya no lo somos y nos sentimos tristes, verdaderamente tristes por no haberlo sido. Que hay días que quizás haya que optar por no salvarse, si eso es lo que nos dicta el corazón. Que el destino puede hacerse sonetos y la lucha de clases también. Que el alma tiene rincones que a veces sólo se descubren con el tiempo, pero que no hay que dejar de descubrirlos. Que la melancolía no es mala. Que reflexionar nos hace muchas veces mejores. Que incluso el pasado puede tener porvenir. Tanto. Aprendí y aprendo cada vez que leo y releo, tus poemas, tus cuentos, tu prosa… Tanto. Pero, sobre todo, que el exilio de tu patria, de tu tierra, de tu gente, de los que amas, puede ser incluso peor que la muerte, y robarle la esquina más brillante, más frondosa y más llena de vida a otra primavera que comenzaste así…

“Esta noche estoy solo. Mi compañero (algún día sabrás el nombre) está en la enfermería. Es buena gente, pero de vez en cuando no viene mal estar solo. Puedo reflexionar mejor. No necesito armar un biombo para pensar en vos. Dirás que cuatro años, cinco meses y catorce días son demasiado tiempo para reflexionar. Y es cierto. Pero no son demasiado tiempo para pensar en vos. Aprovecho para escribirte porque hay luna. Y la luna siempre me tranquiliza, es como un bálsamo. Además ilumina, así sea precariamente, el papel, y esto tiene su importancia porque a esta hora no tenemos luz eléctrica. En los dos primeros años ni siquiera tenía luna, así que no me quejo. Siempre hay alguien que está peor, como concluía Esopo. Y hasta peorísimo, como concluyo yo”… ("Primavera con una esquina rota", de Mario Benedetti: Paso de los Toros, 14 de septiembre de 1920 - Montevideo, 17 de mayo de 2009)

domingo, 10 de mayo de 2009

Ser

Hay días en que las emociones se salen por la boca. Sin esperarlas. Sin avisar. Y sin que podamos hacer nada o casi nada. Es como si el filtro estuviera lleno y hubiera dejado de funcionar. Quizás lo mejor es asumirlo y no intentar enmendarlo a golpe de razón, voluntad, o sentido común. Que salgan. Que se vayan yendo. Que se las lleve el viento. Seguramente así la próxima vez nos sorprenderán con menos fuerza.

martes, 5 de mayo de 2009

Contrasts and mixtures

Pienso, mientras recojo ropa, y limpio, y voy de un lado a otro de la casa volviendo a dejar cada cosa en su sitio, en lo accesible que tienen la calle muchos de los londinenses, la mayoría de los de los barrios por los que hemos paseado…Yo, en cambio, necesito casi cinco minutos para salir a la calle… Y me asombra. Con tanta gente, en una ciudad tan grande… Son enormes los contrastes entre la “city” y bastantes barrios. En ellos las distancias parecen acortarse y las alturas se reducen en decenas de metros: de las calles, de los cafés, de las casas, y entre unos y otras. Y más enormes los contrastes entre las personas que se dan la mano…Nos encantó descubrir “la Vicky” entre edificios palaciegos y el Támesis, camino de Westminster. Con sol. Allí, unos descansaban en la hierba, otros leían, y la mayoría intentaban captar a pinceladas el color de los tulipanes en sus lienzos. Todo era quietud de atardecer. Nosotros decidimos sentarnos en las hamacas de tela. Cómo no, siempre nos peleamos en los veranos por una idéntica que conservamos en el patio de la casa del pueblo, y que era de nuestro abuelo materno. Y allí, tantas iguales, todas juntas, muchas libres. Otro contraste. Este más interior. Pasa muchas veces. Sólo hace falta agrandar el círculo para darnos cuenta de que lo nuestro no es tan especial…Parecíamos “posesas” probándonos ropa en las tiendecitas de “Notting Hill”, cuando sabíamos que es la “combinación” de prendas lo auténticamente “inglés”, y sólo queríamos una. La mezcla. Igual que en Covent Garden, con los colores, los sabores, los sonidos . Uno intenta captar esencias, pero no es tan fácil ¿verdad?. Para captarlas hay que quedarse más. Todo requiere tiempo. Me asombraba que la gente pasara rápido de Siria a Grecia o a Egipto haciendo fotos en el British Museum. Joyas de otras culturas, incluso otras civilizaciones, traídas a trozos, guardadas y conservadas, expuestas a la vista. Qué paradoja, en la ciudad del parlamento de Westminster. También hubieran necesitado quizás nuestros ancestros más tiempo para entender y valorar…Más contrastes, más mezclas.

Sé que he estado allí contigo, con vosotros, y con vuestra ilusión, que también ha sido sorpresivamente la mía, pero todavía no me veo…como en el Tate Modern...

domingo, 12 de abril de 2009

"O son do Ar"

Todas las nubes que pasan llueven. El tiempo no se mide por días, sino por ratos, por distancias, por rías, por montañas. Las terrazas son balcones acristalados cuya moldura reluce de blanco. Para captar toda la luz, para observar a la gente paseando y refugiarse del viento y del agua al mismo tiempo, también. El frío de mar, de mar bravo, se enreda con la lluvia y se mete en los huesos. Pero el calor de los bares, de la gastronomía, de su gente, lo apacigua. A veces ni lo sientes. Se te olvida. Cuando recorres las carreteras secundarias y ves agua en calma que entra del mar, casas dispersas pero acogedoras repartidas por todo el camino, sin casi distinción de lugares, de fronteras, un verde y un azul imposibles, de la hierba y del mar, que se mezclan en el horizonte, juntos, continuamente, uno sólo puede abandonarse y sentirse una parte más del paisaje que lo rodea. Lo mece el sonido del aire de Luar na Lubre, las conversaciones, los silencios tranquilos, claro... El acento cantarín te saca una sonrisa y le hace sacar otra al otro al ver la facilidad con la que su habla es mimetizada. Los pórticos de su ciudad de peregrinación, las calles antigüas, las lilas de Fonseca, los árboles de camelias, emulando a extraños rosales para el forastero, y esa plaza única, donde conviven sueños con realidades desde tan antaño, te empujan, te hacen seguir caminando. Pero, hay además un lugar donde los acantilados te llevan a respirar hondo y te tambalea el viento, y sientes más vivo el empuje de la ciudad antigüa. Hay un lugar donde los caballos pastan en libertad. Son preciosos. Es precioso verlos. Hay un lugar, al que se accede por carreteras secundarias, donde el presente convive con las supersticiones del pasado, San Andrés de Teixido, y tienes la sensación, incluso siendo escéptica, de que quizás la magia existe... y de que el sonido del aire te mecerá siempre...

domingo, 5 de abril de 2009

Sombras

Hay momentos en que uno tiene la sensación de que su presente está lleno de demasiadas sombras. No es que sean partes oscuras, o no me refiero yo a eso, me refiero a vidas con las que nos hemos cruzado de una manera relativamente intensa, y con las que no conseguimos una reconciliación en paz que transforme ese encuentro en experiencia, y que le devuelva a ese perfil en sombra, el rostro de la persona con la que coincidimos. Dicen que no se olvidan las palabras dichas en determinados momentos. Yo creo que lo que no se olvida es sobre todo la interpretación (a veces real, casi siempre figurada) que los que las escuchamos hacemos de ellas. Dicen que los hechos son lo que cuenta, pero muchas veces se nos escapan entre los dedos gestos sencillos que creemos pueden alegrar a otro, sin más pretensión, o quizás con la pretensión no consciente de que las sombras que a veces aparecen se esfumen, pero no son acogidos como lo que son. Quizás no puedan ser acogidos así. No lo sé. Hay que aceptar tanto. Hay que respetar tanto… que a veces me llena la frustración de no poder reconciliar mi vida con mis sombras porque ellas se niegan a que les dé la luz. A convertirse en rostros. Con lo fácil que sería. Pero es cosa de dos. Sin embargo, y pese a esta frustración que me invade en determinados momentos, a esa sensación que asalta mi presente, tengo que reconocer, que no me impide mirar hacia delante y hacia arriba. Porque mirar hacia delante y hacia arriba hace tiempo que se convirtió para mí en una obligación moral. Por eso, y porque estoy encantada de volver a ver el sol, he decidido jugar a esconderme de esas sombras cuando vuelvan a aparecer, porque hacer como si no existieran no ha servido de mucho (al subconsciente no se le engaña tan fácilmente). Igual cuela….Mira que si un día al no encontrarme cogen y se van…

domingo, 29 de marzo de 2009

...Quizás necesitemos "nice thick feathers"

Vueltas y vueltas absurdas, innecesarias.
Palabras que resuenan una y otra vez. Argumentos cansinos, sin fin, sin avance.
Me cansé. No más.
Todas se pueden desmontar con un beso.
Todos se pueden desarmar con un abrazo.
Sin más.
No más.

martes, 17 de marzo de 2009

DeliKatessen con sabor agridulce

De la mano de Modiano despierto a la primavera. Y en todos los cafés que me encuentro estos días de últimos paseos por la ciudad que me ha cuidado, creo ver a través de los cristales a "Louki" , en la mesa que está al fondo, al lado de la puerta por la que da la sombra...

“...La vida a veces nos parece como un gran solar, sin postes indicadores, en medio de todas las líneas de fuga y de los horizontes perdidos, nos gustaría dar con puntos de referencia, hacer algo así como un catastro para no tener ya esa impresión de navegar a la aventura. Y entonces creamos vínculos, intentamos que sean más estables los encuentros azarosos…”


“…Se dicen tantas cosas…Y, luego, las personas desaparecen un buen día y te das cuenta de que no sabías nada de ellas, ni siquiera su auténtica identidad…”

“...Cuando de verdad queremos a una persona, hay que aceptar la parte de misterio que hay en ella…porque por eso es por lo que la queremos…”

“…¿Con qué derecho entramos con fractura en la vida de las personas? ¡Y qué desfachatez la nuestra al mirarles en los riñones y en los corazones! ¡Y al pedirles cuentas! ¿A título de qué?...”

“ A veces, nos acordamos de algunos episodios de nuestras vidas y necesitamos pruebas para tener la completa seguridad de que no lo hemos soñado…”

"En el café de la juventud perdida", Patrick Modiano, 2008


martes, 10 de marzo de 2009

En el merendero, su cumpleaños

Mis cuitas siempre fueron las suyas. Mis pequeñas gestas vitales, su orgullo. Poseedor de la perseverancia, la disciplina, y sobre todo la actitud. Esa actitud que convierte en “héroe” a una persona normal. Siempre imaginé que era un águila protectora que, desde la altura, oteaba el horizonte y el camino por el que se movían sus polluelos: sin perderlos de vista, atento a cada uno de sus pasos, dejando que se levantaran solos cuando tropezaban, y recogiéndolos con sumo cuidado si la caída era más grave y requería ayuda. Su fuerza, todavía me asombra. Su paciencia, me evidencia cada día mis fragilidades; y el jamás haber sido consciente de su carisma, me enseña cada día a ser humilde. Ese carisma natural del que ama la vida y los frutos de ella sobre todas las cosas.

Mi incondicional, mi compañía omnipresente en espíritu, acaba de cumplir años. Se hace mayor. Envejece. Y que razón tienen los que dicen que se ama más lo que envejece (lo que se ha quedado tanto tiempo junto a nosotros, y de esa manera), porque aparcando la aceptación de la finitud de la vida de mi pensamiento, un escalofrío me recorre todo el cuerpo. Y me destemplo, me encojo, me “achico”...

viernes, 27 de febrero de 2009

Machado llena mis pasos (pensados)

Camino. Por calles estrechas (y casi laberínticas). Mis paseos sin rumbo, siempre me llevan a las partes más antiguas de la ciudad. Me gusta que sea así. Las piedras de canto redondo insertadas en el pavimento de algunas calles que ralentizan el paso, la necesidad de pararse cada vez que viene un coche para que quepamos ambos, y las bifurcaciones que te obligan amablemente a optar por un camino u otro, ya sea por la curiosidad de descubrir o las ganas de recordar o redescubrir los retazos que están en la memoria, me permiten llevar un ritmo pausado pero constante. Darme un respiro. Coger fuerzas.

(…Mientras tanto no puedo evitar pensar que el mundo llora…y que habitualmente hago tan poco por contribuir a paliar ese llanto. Siempre he pensado que si cada uno nos ocupáramos realmente de las personas que tenemos a nuestro alrededor, de nuestros afectos más próximos, con entrega, con mimo, con verdadera dedicación, el mundo iría mucho mejor. Pero justo ahora, que estoy “parada”, y veo al mundo rodar, desde otra óptica, creo que quizás eso no sea suficiente, aunque tranquilice mi conciencia. Que quizás hay que hacer más, porque se necesita más ayuda… porque el mundo llora, y las lágrimas se deslizan desde muchos frentes, desde demasiados, y yo oigo el llanto y veo las lágrimas más ahora…)

…Me detengo en un recoveco, y veo una calle que se deriva de él, sin apenas apreciarse. La sigo. Y al final de una travesía sin ventanas en donde casi he de apoyarme en las paredes para no perder el equilibrio, llego a un ensanche, y me deslumbra una casa, una casa antigua, antiquísima, pero exquisitamente cuidada, con grandes ventanas rejadas en la parte de abajo, y enormes balcones en la parte de arriba llenos de buganvilla que cuelga de ellos por las paredes. Es altísima. Señorial. Esbelta. Atravieso el zaguán, y tras unos portones de madera, descubro un patio precioso, como en un alto, lleno de enredaderas, con un pozo blanco, varios bancos, aperos de labranza abrillantados, faroles de otra época en perfecto estado, y flores, flores que parecen haber crecido justo donde han de crecer ... Se entreabre una puerta de cristal, oigo al Cigala, su “Compasión”, y mi memoria se hace más viva, más presente, y pienso en mi infancia, y otra infancia que leí tantas veces se me entrecruza…“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, y un huerto claro donde madura el limonero; mi juventud, veinte años en tierra de Castilla; mi historia, algunos casos que recordar no quiero…” (A. Machado)

(y lloro…Porque el mundo llora. Porque la belleza existe y me conmueve; y, sobre todo, porque todos deberíamos tener la oportunidad de que nuestros ojos la vieran, nuestros oídos la oyeran, nuestros sentidos la percibieran…)

viernes, 13 de febrero de 2009

Cuánto... Qué poco...

Cuánto cuesta coincidir. Dar. Recibir. Ceder. Que cedan. Hacerse el uno al otro. En cuerpo. En espíritu. En pequeñas complicidades. En gestos. En miradas risueñas y melancólicas. En humor. Qué poco atragantarse cuando el otro se disfraza. Fingir no ver que el otro se atraganta cuando nosotros nos escondemos. Apostar por la posibilidad de una vida compartida y que el miedo, el statu quo adquirido, el quedarnos desnudos de nuevo frente a frente, lo mande todo al traste. Cuánto. Qué poco.
...Tu recuerdo es la foto de una niña con coletas y algunos churretes en la cara, con chapetas rojas mezcla de vida y frío de las altiplanicies, y, con los ojos rasgados en una mirada de colores hacia el tiempo del siempre y el todavía.

martes, 3 de febrero de 2009

Invierno

…La cal es fría cuando llueve, incluso cuando está nublado. Es lo que le pasa a las paredes de las casas de los lugares cálidos. Es como si no les “pegara” ni el frío ni la lluvia. Por eso cuando lo hace o cuando cae el agua en un flujo continuo durante horas y horas, y a veces días, uno tiene la sensación de sentirlo más, sobre todo la humedad. Como si una frialdad se instalara debajo de la piel, cercana a los huesos, amenazante, silente, y te comprimiera los músculos e incluso las venas hasta dejarte encorvada y paliducha…
…Recuerdo y veo a mi padre siempre con una media sonrisa en la boca cuando me veía de esa guisa, mirándome y diciendo: “esta chiquilla no tiene sangre. Ponte derecha, levanta la cabeza, camina con determinación y mira “pa´lante”, verás como no tienes frío”. Yo, sonreía también, y con cara de escepticismo y complicidad –a sabiendas de que el otro conoce perfectamente tu reacción, aunque no la entienda, y te deja hacer con un mucho de cariño y un poco de resignación - me volvía presta y rauda hacia el calor del brasero…
…Hoy me he enfundado el abrigo y la bufanda, he levantado la cabeza y he salido a la calle, y los músculos parecen estar menos encogidos… Supongo que por lo que le ha tocado vivir, sobre todo, mi padre sabe de la actitud necesaria para espantar el frío…

sábado, 31 de enero de 2009

30 enero de 2009


"NO HAY CAMINO PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO"
(M. Gandhi)

miércoles, 28 de enero de 2009

28 Enero 09, Sto. Tomás de Aquino

Siempre supe de mi incapacidad para hacer dos días exactamente lo mismo y más a la misma hora. Nunca pude seguir los mismos pasos al levantarme, ni al acostarme, ni al salir de casa. Casi siempre me costó cumplir los horarios que no hubiera elegido mi libre albedrío (aunque eso no impidiera que los cumpliera). Para lo bueno y/o para lo malo, jamás fui persona de costumbres (o quizás, mejor dicho, de seguir rutinas), lo que no significa que no haya disfrutado de momentos que se repetían: como llegar a casa, ponerme ropa cómoda y sentarme en el sofá mirando hacia la ventana mientras escuchaba música. En los últimos años, mi indisciplina se había suavizado mucho (si una persona es indisciplinada y vive sola puede adquirir un grado de aislamiento del mundo que nunca quise para mí); sin embargo, en estos días, me doy cuenta de que lo que yo creía disciplina diaria se alejaba sustancialmente de serlo…y empiezo a encontrarle gusto a las horas de descanso, de comidas, de charla, de paseos dentro de casa, de lectura, que se repiten a diario...

P.D.:… Aunque ayer me dormí pensando en la frase de Paracelso que Davies recoge en su libro Ángeles rebeldes: “otro no sea quien pueda ser el que es”….

martes, 20 de enero de 2009

Acá, allí

A veces es como si el mundo estuviera dividido en dos. Como si existiera una línea divisoria intangible, pero perceptible al menos desde mi óptica, entre el mundo de los de allí, los de fuera, y el de los de acá, los de dentro. En el mundo de los de allí, la gente camina casi siempre apresuradamente, cogen el autobús o el coche, se dirigen a sus lugares de trabajo, hacen la compra a la salida -entran y salen del supermercado con bolsas en las manos-, piden cita con el logopeda de sus hijos, van a recogerlos al colegio y los llevan a gimnasia o a música, hablan por el móvil, quedan con los amigos para tomar una caña después del trabajo y charlar sobre un nuevo proyecto que tienen entre manos, comentan sobre el nuevo o la nueva que ha entrado en el trabajo -sobre sus jefes, sobre sus compañeros-, organizan una cena en casa durante el fin de semana para celebrar su cumpleaños que fue la semana pasada, van de rebajas, se visten a diario…
Lo veo por la ventana. Casi me marea el trasiego, y me retiro, pero en el fondo siento una especie de “ganas escondidas por la fatiga” de estar al otro lado del cristal. Pienso que desde la otra óptica, la de la vida que transcurre fuera, la sensación no es la misma, la “consciencia” no es la misma. Esta consciencia, la de la línea divisoria intangible, pero perceptible, sólo se adquiere desde esta óptica, al menos de forma lúcida, clara, y más continuada. Y esta óptica no se elige. Nadie te pregunta, claro. Sólo te dan un empujón, y cuando quieres darte cuenta estás ahí. Aquí, acá… Pero pronto empezaré a pasear, tres minutos, cinco, diez, cada día un poquito más. Pero empezaré, y, pasearé. Pasearé.

miércoles, 7 de enero de 2009

Punto de inflexión

Media España está nevada. Intento aislarme de las paredes que me rodean, sobre todo, que me han rodeado, y mirar fijamente las imágenes que aparecen en la tele. Necesito agarrarme a todo lo que me dé fuerza y me permita colaborar más con los que me cuidan y me quieren –eso lo descubrí cuando asumí mis circunstancias y supe el valor de pasar una noche sin dolor-. Colaborar más allá de lo que lo hacen mi cuerpo y mi mente por sí mismos. Encontrar mi fuerza y mis ganas, las que sé que tengo. Al mirar la tele, me imagino en un valle rodeado de montañas nevadas, de árboles pelados que sostienen en sus ramas copos de algodón, y de una luz que casi siento que me reverbera en los ojos e ilumina todo el paisaje invernal, y lo hace brillar…Sabía que mi cuerpo estaba fallando más de lo “habitual” en los últimos meses, pero aún así me han pillado de sopetón estas navidades de hospital (mi optimismo me convierte en ingenua). Por eso, sólo quiero rodearme de lo bueno, de lo cálido, de lo amable. Sonreír. Intentar vivir la parte positiva de las cosas, sin convertirme en indolente. Aceptar lo que pasa. Disfrutar de todos los instantes que pueda. Creer en mi recuperación. Cerrar los oídos a las palabras dañinas, a las discusiones baldías. Alejarme más de quien me ha dolido e intuya que pueda dolerme. Acercarme más a todas las personas que me quieren como soy, sobre todo con mis miserias y mis debilidades. Abrazar los momentos únicos –vuestra mano cogida durante aquellas horas en las que me hablábais para que no sintiera miedo-. Agradecer el afecto y el cariño de todos los que han estado ahí, pese a mi ostracismo de las últimas semanas, conmigo. Media España está nevada. Y aunque sólo han pasado siete días, el 2009 ya es un punto de inflexión.

“Cuando la muerte quiera
una verdad quitar de entre mis manos
las hallará vacías. Al cerrarme los ojos
se mojará los dedos con la lluvia.

Nos duele envejecer, pero resulta
más difícil aún
comprender que se ama solamente
aquello que envejece”

“Habitaciones separadas” (1994). Luis García Montero.