lunes, 19 de mayo de 2008

A cámara lenta

Siempre he pensado que el “detenerse”, “el hacer una pausa” en nuestros quehaceres cotidianos “para saborear”, “para respirar más intensamente” era un privilegio casi exclusivo de los períodos de bonanza. Que en otras épocas o momentos, uno tenía incluso que obligarse a no pararse para seguir adelante, para no sentir, para no ver por el rabillo del ojo lo que nos dañaba. Y, sin embargo, a veces –sé que cada vez menos veces-, las prisas que nos imponemos (o nos imponen sin una resistencia firme por nuestra parte), las “obligaciones” que nos embeben (y dejamos que nos embeban) o, incluso, las excesivas exigencias de “cariños compartidos” que ni siquiera son tales, o que son mal entendidos, nos hacen olvidarnos de ese privilegio, de ese deleite, de ese disfrute consciente de la vida, cuando más lo es (o al menos cuando lo es).

…Veo vuestras caras mezcla de asombro y alegría... cuando llegasteis a la estación agarrados a las piernas de vuestros padres y me visteis en el andén con ojos de impaciencia, cuando os disfrazasteis con mis collares de cuentas de colores y me pedisteis que os hiciera fotos, cuando al despertaros os veníais a mi cama y encendíais la tele pequeña para ver los dibujados animados mientras nos abrazábamos mutuamente y nos dábamos los buenos días, cuando jugamos a hacernos cosquillas en el parque del lago, el de árboles grandes y margaritas que hay en mitad de la ciudad, cuando os pusisteis a dibujar sentados en mis cojines de mimbre y lona con mi aprobación, cuando llegó la comida asiática para cenar y empezamos a vaciar los cuencos a manos llenas, cuando vuestra madre y yo nos hacíamos gestos de cariño, cuando os resistíais al sueño para estar un ratito más con todos, cuando os montasteis en el tren y yo no, y os prometí no tardar tanto en ir a veros…y quiero inmortalizarlas, quiero inmortalizar esas caritas mezcla de asombro y alegría, ser más consciente, dejarlas grabadas en mí como si de filminas tomadas a cámara lenta se tratase, prolongando el instante, todos los instantes...

lunes, 12 de mayo de 2008

La agüita de mayo me trae a King Kong

(...)
"...Y eso es lo que le pasa a King Kong. Se topa con la muchacha encadenada y en vez de devorarla, como ha hecho otras veces, se queda perplejo mirándola. Es lo que sucede en los cuentos, donde nada es lo que parece y hay que detenerse a escuchar.
Como si hubiera algo intocable en los seres que amamos, algo de lo que no cabe apropiarse: y el amor fuera aceptarlo así. Como si el amor se nutriera igual de la presencia y de la renuncia..." (De Martín Garzo, "El regreso de King Kong", El País 22 enero 2006)

http://www.youtube.com/watch?v=0TiDhsO1sd4 (la...lalaralalaraaa)

lunes, 5 de mayo de 2008

Ratos sin tiempo

…Otro domingo. Distinto. Con sabor a desconocido pero a deseado. Sol de atardecer de un día de primavera disfrazado de verano que se cuela por los cristales de la ventana. Por la parte que no cubre la persiana casi bajada y dejan entrever las cortinas claras (a veces me vuelvo tremendamente recelosa con mi intimidad). La calina de la que hemos huido nos lleva, ahora, dentro, a la calma, al silencio, a un tiempo sin relojes, a un tiempo compartido. Quietud. Más quietud después de un rato. La voz de Damien Rice nos acompaña y yo repito como en un susurro “I can’t take my eyes off of you, I can’t take my eyes off you, I can’t take my eyes off of you…And so it is…. La imagen de Ben Kingsley mirando al horizonte desde otra ventana, un día de lluvia, que inmortaliza Isabel Coixet, viene lentamente a mi cabeza. El tiempo que pasa, que se acorta (mi vaga consciencia de él en una tarde sin tenerlo en cuenta). Nuestra vulnerabilidad frente a lo que nos tambalea. Mi cada vez menor resistencia al cambio. Nuestro abrazo infinito…