martes, 25 de marzo de 2008

Incursión en el pasado

(No sé si es que mi altura no me lo permitía, o es que cuando era niña mis miradas iban dirigidas hacia otros sitios, pero no recuerdo haberme dado cuenta nunca de que al bajar las calles, casi cualquiera, se podía ver el campo y en él las estaciones con sólo mirar a lo lejos.
Crecí en un pueblo ubicado en la zona más alta del valle que lo rodeaba. Desde los seis hasta los catorce años fui al mismo colegio. Tuve suerte. Disfruté muchísimo durante esos años. Mis compañeros de pupitre y juegos eran despiertos, inquietos, algo pillos, listos, con sonrisa en los labios y a menudo con risas en la boca…y, sin ser muy consciente, mis amigos de entonces)

Bajamos la calle. Una calle estrecha, con escalones bajitos y grandes descansillos, desde la plaza del pueblo hacia las dos ermitas. El horizonte era verde. La hierba del campo, los abetos -los de siempre-, los montículos de antiguas minas de carbón -también ahora verdes-... el sol bajo, a la derecha, ese olor mezcla de amapolas recién cortadas e incienso de esta época del año que recordaba…Luego, el camino hacia la aldea. Hablando, bromeando, tratando al mismo tiempo de reconoceros a vosotros y a los lugares, las colinas, los cruces, las casas...Y al llegar, en la terraza improvisada de la puerta del bar, de nuevo las bromas y la charla de antes, del antes, como si no hubiera pasado el tiempo. Como si las barreras inevitables que este va construyendo al crecer y llevar vidas distintas, reforzadas por las que levanta la distancia, se hubiesen esfumado, se hubiesen diluido en aquel valle, en esa tarde de viernes. Como si hubiéramos retrocedido a la infancia, y “el nosotros” del presente (con nuestras circunstancias y experiencias propias e independientes) hubiera dejado de existir por unas horas.
Recordamos repetidas veces viejos chascarrillos y vivencias comunes, muchas, casi todas (ampliando los límites de mi memoria consciente más allá de lo imaginable). Arañamos minutos al sol, bordeamos las edades pasadas hasta llegar allí y nos quedamos con ganas de más.

13 comentarios:

Simplemente Olimpia. dijo...

Será fácil reconocernos si eres tú quien narra y acompaña el trayecto..;) seremos aquellos que embobados te escuchan..;)
Cuando tus textos me hablan, me dejo llevar por ellos...con la misma cadencia de tus pasos.

Contigo.

Olimpia.

Anónimo dijo...

Pues durante…
sabía o me imaginaba que le dabas vueltas a eso,
yo le daba vueltas de otra manera,
porque quien volvía “físicamente” al pasado eras tú,
y mentalmente, lo hacíamos todos.
Así que me dediqué a observar cada momento y grabarlo,
Vamos, que te estaba cubicando…
Estaríamos haciendo todos lo mismo?
Y además almacenando para el post…que para eso me formateé antes el disco duro…bueno no un borrado total porque hacia falta un poco de ejercicio de memoria para rescatar historias y tenerlas a mano por si algún silencio nos atacaba de mala manera, pero luego recopilando no encontré tal ataque en ningún momento y las historietas salieron por un flujo natural, algún gradiente de presión que hacía que saliesen por su propio peso(¿¿?)…
…y si alguna no salió fue porque algún punto de peaje habrá que poner…
No creas que esto sucede a menudo entre nosotros, estamos muy diferenciados y de alguna manera fuiste un nexo (dios, que responsabilidad) y estuvo bien, aunque siempre presente lo transitorio que era…esa es la aportación de mi parte más nublosa.

En fin, que como mínimo se han abierto lugares que dan bastante de sí como para leer cosas recién salidas del horno de quien anduvo en una etapa en la que por no pararte a pensarlo se supone que eras “feliz”, y es bastante interesante porque no todos los hornos tienen la temperatura adecuada.

Joder, que poco uso la palabra ‘interesante’.

ybris dijo...

El pasado merece incursiones tan intensas como las tuyas.
A mí me pasa como a ti, que un día vi que podía mirara a lo lejos desde la altura del trayecto de mi vuekta a casa desde el trabajo.
Y siempre he podido ver en esa lejanía casi inmutable el rastro de un pasado del que ahora me alimento.

Besos.

libertad dijo...

Jajaja, sí, Mofin, es verdad, yo volvía también "físicamente" al pasado, y como soy un poco "agonía" no podía evitar mirarlo todo e intentar no perderme nada. Y porque también era consciente del carácter transitorio, de que los instantes son eso, "instantes" (aunque fuera más de un instante en sentido estricto) y hay que aprovecharlos cuando llegan.
Imagino también que vuestras vidas están separadas, claro. Además de vivir habitualmente en sitios distintos, os dedicáis a cosas distintas, y, sobre todo, vuestras circunstancias vitales son distintas.
Gracias de tus formas por vuestro tiempo y vuestra acogida.
Besos

desierto dijo...

Siempre he vivido en ciudades que no han sido mías,
Siempre he añorado tener un referente.
No tengo pueblo,
No soy de aquí
No me puedo juntar con nadie para ver como fuimos
Y tampoco pasa nada,
Cuando llega la hora amanece.

Escribes muy bien
un beso

Fernando dijo...

para recorrer de nuevo la infancia hay que volver a los sitios..todo es diferente y a lo mejor nos parece más minúsculo, menos importante...pero por ahí seguirás correteando...seguro que te encuentras..besos.

Anónimo dijo...

Como tú siempre dices, que dice García Márquez, "la vida no es lo que pasa, sino lo que uno recuerda que pasa".
Un besito

* Sine Die * dijo...

A los parajes de la infancia hay que volver como tú lo has hecho, con ojos de niña...
Qué delicia volver de tu mano, libertad, gracias por el maravilloso recorrido..

libertad dijo...

Gracias, amiga Olimpia. Esos son los ojos con los que tú me lees. Un beso fuerte
Contigo

Ybris, ¿sí, te paso? Es posible que uno pueda empezar a ver el horizonte cuando vaya creciendo...

Desierto, no, no pasa nada. Siempre vuelve a amanecer. Gracias.:)

libertad dijo...

Fernando, sí, todo parece más minúsculo. La perspectiva cambia. Pero resulta gratificante.
Un beso

No sé muy bien cómo hay que volver Sine Die. Yo es que a veces no tengo otros ojos...Un placer

libertad dijo...

:))...no tienen la misma forma los que hay??...yo es siempre fui una niña con mucha imaginación...jajaja

Anónimo dijo...

Jajajaj...es que ella siempre los llamó abetos, pero no, no son. No recuerdo ahora mismo el nombre que reciben...jajaja

Clarice Baricco dijo...

Será que nuestro hoy le falta aquello del pasado? entiendo esos sentires.
Tener la mirada siempre puesta.

Cariños soleados.