sábado, 27 de diciembre de 2014

Cotopaxi


….Cuando volví la cabeza aquella tarde de Diciembre, de frío de montaña tras una mañana lluviosa,  y te vi en esa especie de embarcadero en el que te habías quedado, mirando, tranquila, cámara en mano, vi también, la quietud, la calma y la serenidad, que se venía intuyendo. Y la sentí. Creo que fue esa conjunción del paisaje y tú juntos, al detenerme y miraros, lo que me despertó (esta vez, a mí).  Sentí lo que había anhelado durante el último año, allí, tan lejos, donde menos lo esperaba. Sonreí sin razón ni esfuerzo. Tuve la sensación de volver a encontrarme, de reconocerme, de saberme de nuevo. Y respiré hondo, y cogí todo el aire frío y limpio que pude. Y escuché, sobrecogida, el silencio. Su silencio, el de aquel lugar solitario, ajeno al mundo, y a otros visitantes, que pareció nuestro, y sólo nuestro, aquella tarde de primeros de Diciembre. Estábamos en la Laguna de Limpiopungo, dentro del Parque Nacional de Cotopaxi, y como nos había dicho el guía que contratamos donde comimos, “Poder del Águila” -su nombre traducido del Quichua-, era el mejor paso previo o preámbulo a la visita al volcán Cotopaxi… 
  


 
Rodeamos la laguna gélida, posiblemente de agua glaciar, y tremendamente quieta. Paseamos entre líquenes y matorrales altos, exuberantes, nada propios de esa altitud. Miramos con asombro a las plantas de preciosas florecillas rojas que crecían en estas latitudes, y  a la misteriosa  Nacha -o flor amarilla que calma la ira-. Los marrones y verdosos del valle y de algunas ondulaciones contrastaban con el gris azulado de los volcanes que nos rodeaban. La niebla no nos dejaba ver esa tarde al Cotopaxi, pero sí al Rumiñahui, el volcán hermano, que como consecuencia de la ruptura de su cráter en otro tiempo, lucía el perfil de un cóndor con sus alas desplegadas y a punto de echar a volar. Un cóndor majestuoso, que vigilaba “La Laguna”, y nos transmitía ese querer echar a volar. Al menos a mí, mientras oía, en un agradable susurro, las historias de "Poder del Águila", un andinista amante de sus montañas y con los ojos llenos de luz, de inocencia y de magia. Por la noche, descubrimos con emoción  e inquietud la Hacienda “La Ciénaga”, propiedad de la familia Lasso, la que le daba nombre al pueblo que había nacido en torno a ella. Se escondía detrás de eucaliptos, castaños y otros árboles centenarios, y era un lugar colonial y misterioso, con grandes puertas de forja y de madera, candelabros de otra época, largos pasillos y enormes salones señoriales, además de una preciosa ermita en el centro del patio interior -donde saborearíamos una satisfacción que  todavía desconocíamos-.  No pude, no obstante, dejar de pensar,  que en esa preciosa y acogedora Hacienda, había sitio de sobra para que todos los vecinos de Lasso durmieran bajo techo seguro y comieran caliente…Hay culturas y formas de hacer ante las que me cuesta no intervenir, aunque respete; y contradicciones, que me hacen torcer el gesto, aunque acepte... Es ese idealismo que a veces me pesa. Y, que otras, sin embargo, me aligera…
 

…La subida al Cotopaxi, no se habló o yo no estuve en esa conversación, supongo que en parte porque nos sentíamos ligeros y contentos; en parte porque "Poder del Águila" y Daniel debieron fraguarlo en silencio con sus miradas la tarde anterior en Limpiopungo; y en parte, porque estas cosas creo que no se hablan. Se hacen. Aquella mañana de Diciembre, soleada y sin niebla,  Eva, Daniel, “Poder del Águila”, Alma, Héctor y yo, nos quedamos a cincuenta metros del refugio del Volcán Cotopaxi, situado a unos 4800 metros de altitud. Creo que es lo más cerca que he estado de la Luna, en sentido literal y figurado. Cotopaxi significa “Cuello de Luna” y es uno de los volcanes activos –explosivo, además- más altos del mundo, con 5897 metros. Estuvimos cerca de la Luna, pero sobre todo hicimos el camino hacia ella, lo hicieron, en justicia, Eva y Daniel, "Poder del Águila", y Jorge, un visitante que se unió casi desde el comienzo. Y los niños y yo, los acompañamos en su travesía. Tanto, que fue un poco nuestra, también. Empezamos juntos, y nos bajamos, cuando empezó a llover, juntos. Jamás olvidaré vuestra fuerza y vuestro coraje en el Cotopaxi. Tú incluso subiste algunos tramos sin silla para suavizar una endiablada subida, de arena volcánica, escurridiza y más empinada de lo que parecía. Ahora lo recuerdo y soy más consciente que entonces de lo que conseguísteis, de vuestra resistencia, de vuestra voluntad, de vuestra fuerza, y de vuestro empuje. Uno tiene la sensación de que los límites siempre están más lejos de donde se encuentra, cuando está a vuestro lado. Fue increíble.  Increíble...
 

…De vuelta, cuando salíamos del Parque Nacional de Cotopaxi, desde el coche, no paraba de mirar a este volcán imponente y bello; marrón grisáceo en la base, que contrastaba, en la distancia, con el verde de la hierba del páramo; de tierra rojiza en el medio; y, blanco, helado, deslumbrante, en su parte alta y en la cumbre. Frío por fuera y con fuego dentro, el Cotopaxi. Miré también al otro lado, y me despedí del cóndor hecho volcán o montaña, de su hermano, el Rumiñahui; y, por supuesto, de la Laguna de Limpiopungo, de la laguna que significa “puerta de entrada al valle”,  y que para mí significó, entrada a otra etapa, a algo distinto pero en parte conocido, de nuevo a la calma, a la paz, a la libertad serena, a los atardeceres silentes, y a la vida, una vez más. Renacer. Renacer siempre. Con serenidad, con fuerza, con libertad. Esta vez, en Limpiopungo y en el Cotopaxi. Allí, a primeros de Diciembre... 

 
 

5 comentarios:

./Marina dijo...

Encontré el blog por una de esas casualidades con las raras veces nos sorprende la vida, y debo decir que me encantó. Tus posts denotan una sensibilidad que me han dejado perpleja.

libertad dijo...

Gracias, Marina! Yo si que me he quedado perpleja al descubrirte por aquí!! Qué casualidad!! Guárdame el secreto, vale? Feliz 2015 y sigue con la Economía y con cualquier cosa que te guste, porque tu potencial es enorme! Un beso!

./Marina dijo...

Descuida ;) Espero poder seguir disfrutando de tus letras por aquí. Un besazo

Eva Oyarzabal dijo...

Fue un regalo, algo mágico tan gratificante estar contigo allí. Compartir tanto y con tanta cotidianidad. Gracias amiga del ALma!!!

libertad dijo...

Gracias a ti!!! Ojú...que me emociono, y no puedo decir nada...Ayyy..
Os quiero. Un beso enorme!!