….Cuando volví la cabeza aquella
tarde de Diciembre, de frío de montaña tras una mañana lluviosa, y te vi en esa especie de embarcadero en el
que te habías quedado, mirando, tranquila, cámara en mano, vi también, la quietud, la calma y la serenidad, que se venía intuyendo. Y la sentí. Creo que
fue esa conjunción del paisaje y tú juntos, al detenerme y miraros, lo que me despertó (esta vez, a mí).
Sentí lo que había anhelado durante el último
año, allí, tan lejos, donde menos lo esperaba. Sonreí sin razón ni esfuerzo. Tuve
la sensación de volver a encontrarme, de reconocerme, de saberme de nuevo. Y respiré hondo, y cogí todo el aire frío y
limpio que pude. Y escuché, sobrecogida, el silencio. Su silencio, el de aquel
lugar solitario, ajeno al mundo, y a otros visitantes, que pareció nuestro, y
sólo nuestro, aquella tarde de primeros de Diciembre. Estábamos en la Laguna de
Limpiopungo, dentro del Parque Nacional de Cotopaxi, y como nos había dicho el
guía que contratamos donde comimos, “Poder del Águila” -su nombre traducido del Quichua-, era el mejor paso previo o preámbulo a la visita al volcán Cotopaxi…
Rodeamos la laguna gélida, posiblemente de
agua glaciar, y tremendamente quieta. Paseamos entre líquenes y matorrales altos,
exuberantes, nada propios de esa altitud. Miramos con asombro a las plantas
de preciosas florecillas rojas que crecían en estas latitudes, y a la misteriosa Nacha -o flor amarilla que calma la ira-. Los
marrones y verdosos del valle y de algunas ondulaciones contrastaban con el
gris azulado de los volcanes que nos rodeaban. La niebla no nos dejaba ver esa
tarde al Cotopaxi, pero sí al Rumiñahui, el volcán hermano, que como
consecuencia de la ruptura de su cráter en otro tiempo, lucía el perfil de un
cóndor con sus alas desplegadas y a punto de echar a volar. Un cóndor
majestuoso, que vigilaba “La Laguna”, y nos transmitía ese querer echar a volar.
Al menos a mí, mientras oía, en un agradable susurro, las historias de "Poder
del Águila", un andinista amante de sus montañas y con los ojos llenos de luz, de
inocencia y de magia. Por la noche, descubrimos con emoción e inquietud la Hacienda “La Ciénaga”, propiedad
de la familia Lasso, la que le daba nombre al pueblo que había nacido en torno
a ella. Se escondía detrás de eucaliptos, castaños y otros árboles centenarios,
y era un lugar colonial y misterioso, con grandes puertas de forja y de madera,
candelabros de otra época, largos pasillos y enormes salones señoriales, además de una
preciosa ermita en el centro del patio interior -donde saborearíamos una
satisfacción que todavía desconocíamos-. No pude, no obstante, dejar de pensar, que en esa
preciosa y acogedora Hacienda, había sitio de sobra para que todos los vecinos
de Lasso durmieran bajo techo seguro y comieran caliente…Hay culturas y formas de
hacer ante las que me cuesta no intervenir, aunque respete; y contradicciones,
que me hacen torcer el gesto, aunque acepte... Es ese idealismo que a veces me pesa.
Y, que otras, sin embargo, me aligera…
…La subida al Cotopaxi, no se
habló o yo no estuve en esa conversación, supongo que en parte porque nos sentíamos
ligeros y contentos; en parte porque "Poder del Águila" y Daniel debieron
fraguarlo en silencio con sus miradas la tarde anterior en Limpiopungo; y en
parte, porque estas cosas creo que no se hablan. Se hacen. Aquella mañana de Diciembre,
soleada y sin niebla, Eva, Daniel, “Poder
del Águila”, Alma, Héctor y yo, nos quedamos a cincuenta metros del refugio del
Volcán Cotopaxi, situado a unos 4800 metros de altitud. Creo que es lo más
cerca que he estado de la Luna, en sentido literal y figurado. Cotopaxi
significa “Cuello de Luna” y es uno de los volcanes activos –explosivo, además- más altos
del mundo, con 5897 metros. Estuvimos cerca de la Luna, pero sobre todo hicimos
el camino hacia ella, lo hicieron, en justicia, Eva y Daniel, "Poder del Águila", y
Jorge, un visitante que se unió casi desde el comienzo. Y los niños y yo, los
acompañamos en su travesía. Tanto, que fue un poco nuestra, también. Empezamos
juntos, y nos bajamos, cuando empezó a llover, juntos. Jamás olvidaré vuestra
fuerza y vuestro coraje en el Cotopaxi. Tú incluso subiste algunos tramos sin
silla para suavizar una endiablada subida, de arena volcánica, escurridiza y
más empinada de lo que parecía. Ahora lo recuerdo y soy más consciente que
entonces de lo que conseguísteis, de vuestra resistencia, de vuestra voluntad,
de vuestra fuerza, y de vuestro empuje. Uno tiene la sensación de que los
límites siempre están más lejos de donde se encuentra, cuando está a vuestro lado. Fue increíble. Increíble...
…De vuelta, cuando salíamos del Parque
Nacional de Cotopaxi, desde el coche, no paraba de mirar a este volcán imponente
y bello; marrón grisáceo en la base, que contrastaba, en la distancia, con el
verde de la hierba del páramo; de tierra rojiza en el medio; y, blanco, helado,
deslumbrante, en su parte alta y en la cumbre. Frío por fuera y con fuego
dentro, el Cotopaxi. Miré también al otro lado, y me despedí del cóndor hecho
volcán o montaña, de su hermano, el Rumiñahui; y, por supuesto, de la Laguna de
Limpiopungo, de la laguna que significa “puerta de entrada al valle”, y que para mí significó, entrada a otra etapa,
a algo distinto pero en parte conocido, de nuevo a la calma, a la paz, a la libertad serena, a los atardeceres silentes, y a
la vida, una vez más. Renacer. Renacer siempre. Con serenidad, con fuerza, con libertad. Esta vez, en Limpiopungo y en el Cotopaxi. Allí, a primeros de Diciembre...
5 comentarios:
Encontré el blog por una de esas casualidades con las raras veces nos sorprende la vida, y debo decir que me encantó. Tus posts denotan una sensibilidad que me han dejado perpleja.
Gracias, Marina! Yo si que me he quedado perpleja al descubrirte por aquí!! Qué casualidad!! Guárdame el secreto, vale? Feliz 2015 y sigue con la Economía y con cualquier cosa que te guste, porque tu potencial es enorme! Un beso!
Descuida ;) Espero poder seguir disfrutando de tus letras por aquí. Un besazo
Fue un regalo, algo mágico tan gratificante estar contigo allí. Compartir tanto y con tanta cotidianidad. Gracias amiga del ALma!!!
Gracias a ti!!! Ojú...que me emociono, y no puedo decir nada...Ayyy..
Os quiero. Un beso enorme!!
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