Con el tiempo, si es necesario, uno aprende a desenvolverse, con más o menos destreza, en ambientes “foráneos”, de “fuera de nosotros mismos”. Al principio nos parece imposible. Es como si no nos reconociéramos en determinadas circunstancias. Nos cuesta pensar que somos otros, que somos también otros, o que una parte distinta a la que nos es habitual de nosotros y de nuestro ser, puede emerger de las aguas subterráneas, cuando las circunstancias lo requieren. Pero, llega un día, en que nos sorprendemos con “la naturalidad” de la impostura –aunque parezca contradictorio en sí mismo, o lo sea, sin más-. Con el tiempo, a veces creo que algunos hemos aprendido “un dejarnos llevar sin pensar pero consciente, para sobrellevar y sobrellevarnos mejor -aunque también haya cierta contradicción aquí-. Intentamos separar lo profesional de lo personal, lo colectivo de lo individual, las relaciones institucionales de las más próximas, las que nos importan de las que no. Movernos en registros que entran en conflicto en numerosas ocasiones, regateando matices a una coherencia casi imposible. Ahondar (en) y bandearnos (entre) los matices, con los grises, con toda su gama, su cada vez más inmensa gama de formas y texturas… Sin embargo, con el tiempo, también sueño con un reducto, posible y más grande, de mundos de “adentro”, que rezume autenticidad, y donde se dejen ver los vericuetos del alma.
miércoles, 17 de junio de 2009
domingo, 7 de junio de 2009
Entre libros...
Están llenos de historias. Y cuando entras, las ves todas, juntas, de un golpe de vista, con apariencias y colores más o menos atrayentes, que hacen que titubees hacia la derecha, hacia la izquierda, hacia el frente, sin saber a donde dirigirte para empezar a abrir tapas, a hojear páginas, a leer líneas que te desmenucen intuiciones de colores o apariencias, de palabras, de autores…Desde que recuerdo, cuando entro en una librería o una biblioteca, tengo la sensación de experimentar la misma inquietud que un niño cuando le muestran muchos sabores de helado, o lo llevan a una juguetería para que escoja uno de entre muchos. Son tantas las posibilidades. Puedes adentrarte en tantos mundos, en tantas formas de ver esos mundos, que me vuelvo primero “ojiplática” y luego, me atraganto, por ese orden. No digamos en la feria del libro…
Sin embargo, este año fue distinto. El otro día paseando entre los stands iba por el centro, y sólo me paré en unos cuantos, en los que tú me sugerías que lo hiciera para preguntar algunos precios, y, tuve la sensación de que los libros venían a mí -a través de ti-, no yo a ellos. Fue algo así como si me encontraran. Y me gustó. Quizás algo está cambiando, o quizás ha cambiado ya.
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miércoles, 20 de mayo de 2009
Las esquinas de la primavera...
Desde muy niña aprendí contigo que en el amor la estrategia que quería era la que fuera consecuencia de la táctica que tú escribías en tus versos: mirarse, aprehender del otro, hablarse, escucharse, aceptarse, quererse. Que el buen amor, el de a poquitos, el de los detalles, el de las miradas sutiles, el de las sonrisas que miran al cielo despejado que quisiéramos mañana, el del día a día, el que tú dedicaste a Luz en “Canciones del que no canta” -cuando su ausencia pasó a ser también física- no es contrario al grande. Es el más grande. Contigo entendí que la espera es necesaria, pero que debemos ser dueños de nuestro propio tiempo mientras podamos, porque un día ya no lo somos y nos sentimos tristes, verdaderamente tristes por no haberlo sido. Que hay días que quizás haya que optar por no salvarse, si eso es lo que nos dicta el corazón. Que el destino puede hacerse sonetos y la lucha de clases también. Que el alma tiene rincones que a veces sólo se descubren con el tiempo, pero que no hay que dejar de descubrirlos. Que la melancolía no es mala. Que reflexionar nos hace muchas veces mejores. Que incluso el pasado puede tener porvenir. Tanto. Aprendí y aprendo cada vez que leo y releo, tus poemas, tus cuentos, tu prosa… Tanto. Pero, sobre todo, que el exilio de tu patria, de tu tierra, de tu gente, de los que amas, puede ser incluso peor que la muerte, y robarle la esquina más brillante, más frondosa y más llena de vida a otra primavera que comenzaste así…
“Esta noche estoy solo. Mi compañero (algún día sabrás el nombre) está en la enfermería. Es buena gente, pero de vez en cuando no viene mal estar solo. Puedo reflexionar mejor. No necesito armar un biombo para pensar en vos. Dirás que cuatro años, cinco meses y catorce días son demasiado tiempo para reflexionar. Y es cierto. Pero no son demasiado tiempo para pensar en vos. Aprovecho para escribirte porque hay luna. Y la luna siempre me tranquiliza, es como un bálsamo. Además ilumina, así sea precariamente, el papel, y esto tiene su importancia porque a esta hora no tenemos luz eléctrica. En los dos primeros años ni siquiera tenía luna, así que no me quejo. Siempre hay alguien que está peor, como concluía Esopo. Y hasta peorísimo, como concluyo yo”… ("Primavera con una esquina rota", de Mario Benedetti: Paso de los Toros, 14 de septiembre de 1920 - Montevideo, 17 de mayo de 2009)
“Esta noche estoy solo. Mi compañero (algún día sabrás el nombre) está en la enfermería. Es buena gente, pero de vez en cuando no viene mal estar solo. Puedo reflexionar mejor. No necesito armar un biombo para pensar en vos. Dirás que cuatro años, cinco meses y catorce días son demasiado tiempo para reflexionar. Y es cierto. Pero no son demasiado tiempo para pensar en vos. Aprovecho para escribirte porque hay luna. Y la luna siempre me tranquiliza, es como un bálsamo. Además ilumina, así sea precariamente, el papel, y esto tiene su importancia porque a esta hora no tenemos luz eléctrica. En los dos primeros años ni siquiera tenía luna, así que no me quejo. Siempre hay alguien que está peor, como concluía Esopo. Y hasta peorísimo, como concluyo yo”… ("Primavera con una esquina rota", de Mario Benedetti: Paso de los Toros, 14 de septiembre de 1920 - Montevideo, 17 de mayo de 2009)
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domingo, 10 de mayo de 2009
Ser
Hay días en que las emociones se salen por la boca. Sin esperarlas. Sin avisar. Y sin que podamos hacer nada o casi nada. Es como si el filtro estuviera lleno y hubiera dejado de funcionar. Quizás lo mejor es asumirlo y no intentar enmendarlo a golpe de razón, voluntad, o sentido común. Que salgan. Que se vayan yendo. Que se las lleve el viento. Seguramente así la próxima vez nos sorprenderán con menos fuerza.
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martes, 5 de mayo de 2009
Contrasts and mixtures
Pienso, mientras recojo ropa, y limpio, y voy de un lado a otro de la casa volviendo a dejar cada cosa en su sitio, en lo accesible que tienen la calle muchos de los londinenses, la mayoría de los de los barrios por los que hemos paseado…Yo, en cambio, necesito casi cinco minutos para salir a la calle… Y me asombra. Con tanta gente, en una ciudad tan grande… Son enormes los contrastes entre la “city” y bastantes barrios. En ellos las distancias parecen acortarse y las alturas se reducen en decenas de metros: de las calles, de los cafés, de las casas, y entre unos y otras. Y más enormes los contrastes entre las personas que se dan la mano…Nos encantó descubrir “la Vicky” entre edificios palaciegos y el Támesis, camino de Westminster. Con sol. Allí, unos descansaban en la hierba, otros leían, y la mayoría intentaban captar a pinceladas el color de los tulipanes en sus lienzos. Todo era quietud de atardecer. Nosotros decidimos sentarnos en las hamacas de tela. Cómo no, siempre nos peleamos en los veranos por una idéntica que conservamos en el patio de la casa del pueblo, y que era de nuestro abuelo materno. Y allí, tantas iguales, todas juntas, muchas libres. Otro contraste. Este más interior. Pasa muchas veces. Sólo hace falta agrandar el círculo para darnos cuenta de que lo nuestro no es tan especial…Parecíamos “posesas” probándonos ropa en las tiendecitas de “Notting Hill”, cuando sabíamos que es la “combinación” de prendas lo auténticamente “inglés”, y sólo queríamos una. La mezcla. Igual que en Covent Garden, con los colores, los sabores, los sonidos . Uno intenta captar esencias, pero no es tan fácil ¿verdad?. Para captarlas hay que quedarse más. Todo requiere tiempo. Me asombraba que la gente pasara rápido de Siria a Grecia o a Egipto haciendo fotos en el British Museum. Joyas de otras culturas, incluso otras civilizaciones, traídas a trozos, guardadas y conservadas, expuestas a la vista. Qué paradoja, en la ciudad del parlamento de Westminster. También hubieran necesitado quizás nuestros ancestros más tiempo para entender y valorar…Más contrastes, más mezclas.
Sé que he estado allí contigo, con vosotros, y con vuestra ilusión, que también ha sido sorpresivamente la mía, pero todavía no me veo…como en el Tate Modern...
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domingo, 12 de abril de 2009
"O son do Ar"
Todas las nubes que pasan llueven. El tiempo no se mide por días, sino por ratos, por distancias, por rías, por montañas. Las terrazas son balcones acristalados cuya moldura reluce de blanco. Para captar toda la luz, para observar a la gente paseando y refugiarse del viento y del agua al mismo tiempo, también. El frío de mar, de mar bravo, se enreda con la lluvia y se mete en los huesos. Pero el calor de los bares, de la gastronomía, de su gente, lo apacigua. A veces ni lo sientes. Se te olvida. Cuando recorres las carreteras secundarias y ves agua en calma que entra del mar, casas dispersas pero acogedoras repartidas por todo el camino, sin casi distinción de lugares, de fronteras, un verde y un azul imposibles, de la hierba y del mar, que se mezclan en el horizonte, juntos, continuamente, uno sólo puede abandonarse y sentirse una parte más del paisaje que lo rodea. Lo mece el sonido del aire de Luar na Lubre, las conversaciones, los silencios tranquilos, claro... El acento cantarín te saca una sonrisa y le hace sacar otra al otro al ver la facilidad con la que su habla es mimetizada. Los pórticos de su ciudad de peregrinación, las calles antigüas, las lilas de Fonseca, los árboles de camelias, emulando a extraños rosales para el forastero, y esa plaza única, donde conviven sueños con realidades desde tan antaño, te empujan, te hacen seguir caminando. Pero, hay además un lugar donde los acantilados te llevan a respirar hondo y te tambalea el viento, y sientes más vivo el empuje de la ciudad antigüa. Hay un lugar donde los caballos pastan en libertad. Son preciosos. Es precioso verlos. Hay un lugar, al que se accede por carreteras secundarias, donde el presente convive con las supersticiones del pasado, San Andrés de Teixido, y tienes la sensación, incluso siendo escéptica, de que quizás la magia existe... y de que el sonido del aire te mecerá siempre...
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domingo, 5 de abril de 2009
Sombras
Hay momentos en que uno tiene la sensación de que su presente está lleno de demasiadas sombras. No es que sean partes oscuras, o no me refiero yo a eso, me refiero a vidas con las que nos hemos cruzado de una manera relativamente intensa, y con las que no conseguimos una reconciliación en paz que transforme ese encuentro en experiencia, y que le devuelva a ese perfil en sombra, el rostro de la persona con la que coincidimos. Dicen que no se olvidan las palabras dichas en determinados momentos. Yo creo que lo que no se olvida es sobre todo la interpretación (a veces real, casi siempre figurada) que los que las escuchamos hacemos de ellas. Dicen que los hechos son lo que cuenta, pero muchas veces se nos escapan entre los dedos gestos sencillos que creemos pueden alegrar a otro, sin más pretensión, o quizás con la pretensión no consciente de que las sombras que a veces aparecen se esfumen, pero no son acogidos como lo que son. Quizás no puedan ser acogidos así. No lo sé. Hay que aceptar tanto. Hay que respetar tanto… que a veces me llena la frustración de no poder reconciliar mi vida con mis sombras porque ellas se niegan a que les dé la luz. A convertirse en rostros. Con lo fácil que sería. Pero es cosa de dos. Sin embargo, y pese a esta frustración que me invade en determinados momentos, a esa sensación que asalta mi presente, tengo que reconocer, que no me impide mirar hacia delante y hacia arriba. Porque mirar hacia delante y hacia arriba hace tiempo que se convirtió para mí en una obligación moral. Por eso, y porque estoy encantada de volver a ver el sol, he decidido jugar a esconderme de esas sombras cuando vuelvan a aparecer, porque hacer como si no existieran no ha servido de mucho (al subconsciente no se le engaña tan fácilmente). Igual cuela….Mira que si un día al no encontrarme cogen y se van…
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